Manifiesto para una vida ágil

En la publicación anterior conté por qué creo que la vida se parece más a un escenario neblinoso que a uno soleado. Nunca tenemos todas las respuestas y, más que optimizar cada paso, lo que necesitamos es capacidad de adaptación.

El mundo del software ya se había encontrado con este problema hace tiempo. En 2001, un grupo de desarrolladores escribió el Manifiesto Ágil, un documento breve que proponía otra forma de trabajar: más flexible, más centrada en las personas y en la capacidad de responder al cambio.

Mientras más me meto en este enfoque, más me convenzo de que no es solo para proyectos de software. Muchas de esas ideas pueden ayudarnos a vivir mejor, con más claridad y flexibilidad.

Por eso me propuse escribir un Manifiesto para una vida ágil: una guía con valores y principios que puedan servir como brújula. Y que sirva para transitar la incertidumbre.

El Manifiesto original está compuesto por cuatro valores y doce principios. Lo mismo hice al crear este Manifiesto para una vida ágil.

Valores para el desarrollo de software

Estos son los valores del Manifiesto original:

  • Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas.
  • Software funcionando sobre documentación extensiva.
  • Colaboración con el cliente sobre negociación contractual.
  • Respuesta ante el cambio sobre seguir un plan.

Es decir, aunque se valoran los elementos de la derecha, los de la izquierda son más importantes.

Valores para una vida ágil

Ahora bien, si estos valores ayudan a equipos de software a trabajar mejor en entornos inciertos, ¿qué pasaría si los llevamos a nuestra vida personal?

¿Cuáles son esos valores que podemos generalizar y tener siempre como guía, como norte?

Valores que nos permitan ser flexibles, adaptarnos, desarrollarnos, crecer.

Este es mi mejor intento:

  1. Aprendizaje y curiosidad por encima de títulos y certificaciones.
  2. Adaptabilidad por encima de rigidez.
  3. Cooperación creativa y conexión real por encima de intercambios superficiales.
  4. Disciplina y trabajo profundo por encima de fórmulas mágicas.

Estos cuatro valores son la base de una vida ágil. No son reglas estrictas, sino una guía para tomar decisiones más conscientes, adaptarse al cambio y enfocarse en lo que realmente importa.

En otra publicación profundizaré sobre los doce principios, que nos darán herramientas concretas y prácticas para aplicar estos valores a nuestra vida.

Como solía pensar Darwin:

No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio.