Cuando empecé a tocar la guitarra, aprendí algunas canciones relativamente rápido. Mi papá pensaba que yo era un genio. Él había intentado aprender años antes, pero se convenció de que “no servía para eso”.
Qué gran motivación para seguir aprendiendo y romperla, ¿no?
No. Aunque resulte contraintuitivo (o al menos a mí me resultó revelador), esa misma mentalidad te puede jugar en contra.
Todos nacemos con diferentes temperamentos y aptitudes, pero está claro que la experiencia, la formación y el esfuerzo personal son los que realmente nos llevan más lejos.
En esta publicación voy a escribir sobre Mindset, un libro escrito por la psicóloga e investigadora Carol Dweck acerca de las mentalidades fijas y de crecimiento.
Es cierto que hoy en día esos términos parecen trillados. Pero, ¿realmente sabemos lo que significan y cómo podemos aplicarlos a nuestra vida?
¿Qué tipo de mentalidad tenés?
Primero, te invito a pensar con cuáles de estas afirmaciones sobre inteligencia te identificás más:
- Tu inteligencia es algo muy básico sobre vos y no podés cambiarlo mucho.
- Podés aprender cosas nuevas, pero no podés cambiar cuán inteligente sos realmente.
- No importa cuánta inteligencia tengas, siempre podés cambiarla bastante.
- Siempre podés cambiar de forma significativa cuán inteligente sos.
Las afirmaciones 1 y 2 reflejan una mentalidad fija. Las 3 y 4, en cambio, representan una mentalidad de crecimiento.
Ahora lo mismo pero sobre tu personalidad:
- Sos un cierto tipo de persona y no hay mucho que se pueda hacer para cambiar eso.
- No importa qué tipo de persona seas, siempre podés cambiar de forma significativa.
- Podés actuar distinto, pero las partes importantes de quién sos no pueden cambiarse realmente.
- Siempre podés cambiar cosas básicas sobre el tipo de persona que sos.
En este caso, las afirmaciones 1 y 3 reflejan una mentalidad fija, mientras que las 2 y 4 corresponden a una mentalidad de crecimiento.
¿Qué significa todo esto para vos?
La investigación de Carol Dweck demuestra que la visión que tengas sobre vos mismo afecta profundamente la forma en que vivís tu vida.
Aunque todos diferimos de muchas maneras: en talentos y aptitudes iniciales, intereses o temperamentos, también podemos cambiar y crecer a través de la aplicación y la experiencia.
¿Las personas con mentalidad de crecimiento creen que cualquiera puede ser cualquier cosa, que cualquiera con la motivación o educación adecuadas puede convertirse en Einstein o Beethoven? No, pero creen que el verdadero potencial de una persona es desconocido; que es imposible prever lo que se puede lograr con años de pasión, esfuerzo y entrenamiento.
¿El éxito se trata de aprender o de demostrar que sos inteligente?
Cuando entrás en una mentalidad, entrás en un nuevo mundo. En un mundo, el de los rasgos fijos, el éxito consiste en demostrar que sos inteligente o talentoso. En validarte a vos mismo. En el otro, el de las cualidades que pueden cambiar, se trata de exigirte para aprender algo nuevo.
En un mundo, el esfuerzo es algo negativo. Al igual que el fracaso, significa que no eres inteligente ni talentoso. Si lo fueras, no necesitarías esforzarte. En el otro mundo, el esfuerzo es lo que te hace inteligente o talentoso.
La mentalidad fija te hace preocuparte por cómo te van a juzgar; la mentalidad de crecimiento te hace enfocarte en mejorar.
Cuando las personas con mentalidad fija eligen el éxito por encima del crecimiento, ¿qué es lo que realmente están tratando de demostrar? Que son especiales. Incluso superiores.
Este tipo de pensamiento te lleva a necesitar validación constante.
En resumen, las personas que creen en los rasgos fijos sienten una urgencia por tener éxito, y cuando lo logran, pueden sentir algo más que orgullo. Pueden sentir una sensación de superioridad, ya que el éxito significa que sus rasgos fijos son mejores que los de los demás. Sin embargo, detrás de esa autoestima propia de la mentalidad fija se esconde una pregunta simple:
Si sos alguien cuando tenés éxito, ¿quién sos cuando fracasás?
Fracaso y esfuerzo
Tu mentalidad cambia el significado del fracaso
Como señala un artículo del New York Times, el fracaso se ha transformado de una acción (“fracasé”) a una identidad (“soy un fracasado”). Y esto es especialmente cierto en la mentalidad fija.
Incluso con una mentalidad de crecimiento, el fracaso puede ser una experiencia dolorosa. Pero no te define. Es un problema que debe enfrentarse, manejarse y del cual se puede aprender.
En cambio, en la mentalidad fija, la pérdida del sentido de uno mismo a causa del fracaso puede convertirse en un trauma.
Esta es parte de la razón por la cual la investigadora encontró que los estudiantes con mentalidad fija presentaban niveles más altos de depresión. Cuando los estudiantes tenían contratiempos o problemas, creían que era incompetentes o indignos. Y cuanto más deprimidos se sentían, más dejaban las cosas pasar; menos tomaban acción para resolver sus problemas.
Muchas personas con mentalidad de crecimiento también se sentían bastante miserables. Pero cuanto más deprimidas se sentían, más tomaban acción para enfrentar sus problemas.
Tu mentalidad cambia el significado del esfuerzo
De chicos, se nos presentó una opción entre la liebre talentosa pero errática y la tortuga lenta pero constante.
El problema, dice la autora, es que estas historias lo convirtieron en un “o uno u otro”. O tenés habilidad, o dedicás esfuerzo. Y esto es parte de la mentalidad fija.
¿Por qué es tan aterrador el esfuerzo? Hay dos razones.
- Una es que, en la mentalidad fija, los grandes genios no se supone que lo necesiten.
- La segunda es que te quita todas las excusas. Sin esfuerzo, siempre podés decir: “Podría haber sido [completá el espacio].” Pero una vez que lo intentás, ya no podés decir eso.
En la mentalidad de crecimiento, es casi inconcebible desear algo con fuerza, pensar que tenés una oportunidad de lograrlo y no hacer nada al respecto. Cuando esto sucede, el “podría haber sido” es desgarrador, no reconfortante.
¿Podés cambiar? ¿Debés cambiar?
- ¿Son las mentalidades una parte permanente de tu personalidad o podés cambiarlas? Podés cambiarlas.
- ¿Podés ser una mezcla de ambas? Sí. También es posible tener diferentes mentalidades en distintas áreas. Sobre esto puedo escribir en otra publicación, ya que la autora dedica un capítulo a cada área: deporte, negocios, relaciones.
- ¿Y si te gusta tu mentalidad fija? Sabés cuáles son tus habilidades y talentos, sabés dónde estás y qué esperar. ¿Por qué tenés que renunciar a eso? Si te gusta, por supuesto, mantenela.
Empezando a transformar tus desafíos
La próxima vez que te sientas mal, adoptá una mentalidad de crecimiento: pensá en aprender, en el desafío, en enfrentar obstáculos. Pensá en el esfuerzo como una fuerza positiva y constructiva, no como una carga. Esta es de las típicas cosas fáciles de decir pero difíciles de aplicar.
¿Hay algo en tu pasado que creés que te midió como persona? ¿Una calificación? ¿Una acción deshonesta o insensible? ¿Que te hayan despedido de un trabajo? ¿Que te hayan rechazado? Enfocate en eso. Sentí todas las emociones que lo acompañan. Ahora dale un giro, ponelo en una perspectiva de mentalidad de crecimiento.
¿Hay algo que siempre hayas querido hacer pero te frenaba el miedo de no estar a la altura? Armá un plan para intentarlo.
Te admiro tanto, sos un genio
Gracias amiga por tus mejores intenciones 🫶